jueves, 3 de marzo de 2011

Somos dos, para que queremos más.

Eran dos, solían esconderse por así decirlo de la gente.
Un día decidieron irse sin decir nada a nadie, olvidándose así de la gente y de los problemas que los rodeaban. Llegaron al lugar de destino y no veían otra cosa más que árboles, pero no les dio tiempo a pensar en lo que vendría después. De un momento a otro se encontraron con la casa, era su casa y estaba situada sobre un acantilado, tenía unas vistas preciosas. Se acomodaron y más tarde decidieron salir a pasear; iban de la mano sin soltarse en todo el día, quizá era eso lo que necesitaban desde hacía ya un tiempo. Estar solos. Paseaban sin darse cuenta del reloj. Se pararon y se sentaron debajo de un hermoso árbol, el mismo que visitarían toda las tardes para merendar sobre su sombra. Fueron días de mimos, caricias e infinitos besos. Ninguno de los dos quería que aquello se acabara, pero los días llegaban a su fin. Hicieron las maletas de vuelta prometiendo que volverían a ese mismo lugar, a sentarse debajo de aquel árbol, a tirarse las horas muertas mirando al mar y a pasear de la mano como lo hicieron el primer día.


¿Sabéis qué es lo mejor de la historia? Es un sueño, es su sueño y algún os contaré como es esa casa, ese acantilado y ese árbol donde nos sentaremos a merendar. Mejor dicho, algún día os lo contaremos juntos.

4 comentarios:

  1. Realmente hermoso Teresa!
    Nunca dejas de hacer que el amor sea maravilloso y dulce! Me encanta nena!

    Besos..que andes bn!!

    Mayra =)

    ResponderEliminar
  2. Me encanta el texto , perdón por no pasarme antes me fue imposible ! Dicen que los sueños se cumplen y yo opto por creer en esa afirmación xD un besito

    rollstyle.blogspot.com

    ResponderEliminar
  3. Qué historia tan bonitaa! :)
    Muchas veces, los sueños se hacen realidad, espero que los tuyos lo hagan!
    Muuááák!

    ResponderEliminar