lunes, 28 de marzo de 2011

La vida te lleva por caminos raros.

Es como una adicción, cuanto más tienes, más quieres; cuanto más lo pruebas, más te gusta. Así es.
Me adhiero a ti como el pegamento al papel, no quiero despegarme. Al minuto de hacerlo ya estoy echándote de menos. Que raro es todo esto. Hace meses no apostaba por nadie, lo veía todo negro, ahora, ahora eres tú el que me hace ver las cosas desde otro punto focal. Desde ese punto que tenemos aquí abajo y con el que vemos la luna los domingos. Esa luna que no distingo, nunca he sabido cuando es creciente ni cuando menguante. A esa luna que has prometido llevarme, y yo creyéndote, sueño con ello. A esa luna que comparas con los “te quiero”. De aquí a la luna dijiste hace poco. Yo no me atrevo a tanto, quizá sea una cobarde o quizá el pasado me tire hacia atrás. Aunque, pensándolo así, mejor no hablar del pasado.









jueves, 24 de marzo de 2011

Merci.

Me han concedido este premio desde el blog http://elinfinitoentremisdedos.blogspot.com/  Muchas, muchas gracias! 


Normas: 
1. Exponer el sello del blog.
2. Compartir 8 cosas sobre ti.
3. Pasarlo a 7 blogs que hayas descubierto y te gusten.



1- Mi color favorito es el azul clarito, como las nubes de los días de mayo.
2- Las tormentas me dan mucho miedo a no ser que esté con alguien.
3- Soy demasiado espontánea, y, a veces, crea disgusto.
4- Amo julio en el pueblo de mis abuelos.
5- Me gusta la fotografía, pero no tengo mucha idea de ello.
6- Últimamente no paro de escuchar a Quique González.
7- Echo de menos a AMB. Mucho.
8- Siempre, siempre, siempre tengo las manos frías, aunque haga 50º.


Muchas gracias a Raquel. :)

jueves, 3 de marzo de 2011

Somos dos, para que queremos más.

Eran dos, solían esconderse por así decirlo de la gente.
Un día decidieron irse sin decir nada a nadie, olvidándose así de la gente y de los problemas que los rodeaban. Llegaron al lugar de destino y no veían otra cosa más que árboles, pero no les dio tiempo a pensar en lo que vendría después. De un momento a otro se encontraron con la casa, era su casa y estaba situada sobre un acantilado, tenía unas vistas preciosas. Se acomodaron y más tarde decidieron salir a pasear; iban de la mano sin soltarse en todo el día, quizá era eso lo que necesitaban desde hacía ya un tiempo. Estar solos. Paseaban sin darse cuenta del reloj. Se pararon y se sentaron debajo de un hermoso árbol, el mismo que visitarían toda las tardes para merendar sobre su sombra. Fueron días de mimos, caricias e infinitos besos. Ninguno de los dos quería que aquello se acabara, pero los días llegaban a su fin. Hicieron las maletas de vuelta prometiendo que volverían a ese mismo lugar, a sentarse debajo de aquel árbol, a tirarse las horas muertas mirando al mar y a pasear de la mano como lo hicieron el primer día.


¿Sabéis qué es lo mejor de la historia? Es un sueño, es su sueño y algún os contaré como es esa casa, ese acantilado y ese árbol donde nos sentaremos a merendar. Mejor dicho, algún día os lo contaremos juntos.